Al negarse repetidamente a desvincularse de las políticas del presidente Joe Biden, Harris no ofrece ninguna alternativa viable. Harris ha dejado claro que su administración seguiría armando y financiando la ocupación genocida de Palestina por parte de Israel y ampliando la guerra en Asia Occidental, al igual que haría Trump, al tiempo que ampliaría las amenazas bélicas de la OTAN en Europa y contra China, arriesgándose incluso a una guerra nuclear.

Harris hace promesas de programas sociales para la «clase media» pero aún no ha explicado cómo podrían financiarse los programas cuando la administración Biden/Harris ha dado prioridad a un gasto militar sin precedentes—decenas de miles de millones de dólares—mientras que los programas sociales existentes han tenido que luchar por cada céntimo que necesitan.

La «promesa» de Biden/Harris de obligar a Israel a establecer un plan para permitir la ayuda humanitaria en Gaza en un plazo de 30 días—o perder la financiación estadounidense—es todo una maniobra para retrasarlo hasta después de las elecciones. En estos momentos, miles de gazatíes se están muriendo de hambre.

Los demócratas advierten del peligro de que Trump encarcele a sus oponentes si es reelegido. Sin embargo, durante el último año, bajo la administración Biden/Harris, los opositores a la guerra de EE.UU./OTAN contra Rusia se enfrentan a la cárcel, y miles de estudiantes y profesores han sido encarcelados, despedidos o suspendidos por oponerse al genocidio de EE.UU./Israel en Gaza. Esta misma semana, Samidoun, que apoya a los presos palestinos, ha sido incluido en la lista de «terroristas» de Estados Unidos.

Ni la administración Biden/Harris ni Trump han cumplido nunca las promesas hechas para aliviar la vida de los trabajadores. Estas elecciones no resolverán ninguno de los problemas que acarrean un dolor generalizado para los trabajadores ni disminuirán el peligro de una guerra mundial cada vez mayor.